viernes, 19 de diciembre de 2014

Yo no soy yo


Coloco la alarma del celular. Debo despertar temprano en la mañana, como lo hice la mañana anterior y la anterior a esa. Me acuesto pensando en lo que hice ese día y una simple palabra viene a mi cabeza; Nada. El día fue igual al día anterior y realmente no vale la pena recordarlo, por eso desecho mis días. Los desecho porque no vale la pena recordar la monotonía y la gama de grises que decoran todas sus escenas. 
Doy vueltas en la cama intentando conciliar el sueño. Pero es como si se me resbalara de las manos y no puedo pillarle la cola. Al final se escurre sin dejar rastro y yo quedo varada en mi cama, pensando.
¿Cuándo seré capaz de traerla de vuelta? Aquella persona que disfrutaba dormir, que disfrutaba comer y que tenía una sonrisa pegada en la cara todo el día, porque, ¿qué hay de malo en ello? 
Sin embargo esa persona está tan lejos y en un lugar que no puedo alcanzar. Cada vez se hunde más y más, se esconde y se va. Se pierde entre las cortinas de humo que están en mi cabeza.
¿Cuándo seré capaz de volver? La abrumadora oscuridad que me rodea me hace sentir imposibilitada, ansiosa, vulnerable. Estoy atrapada en algún lugar de mi mente. Juego con la angustia. Quiero volver a ser quien era. Quiero ser yo nuevamente. 
Cuando finalmente concilio el sueño, la alarma suena e indica que debo empezar un nuevo día.
La carcasa se mueve y hace todo lo que debe hacer. Pero la esencia queda impregnada en la cama. La persona agoniza en algún lugar de su propia mente. 
Me miro en el espejo, pero esa persona no soy yo.